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CENTROS DE PODER DE LOS LONGOBARDOS EN ITALIA (568-774 D. C.)

icona patrimonio sito UNESCO
PATRIMONIO CULTURAL, SERIAL
REFERENCIA: 1318
CIUDAD DE ASIGNACIÓN: PARÍS, FRANCIA
AÑO DE INSCRIPCIÓN: 2011
MOTIVO: los monumentos lombardos son un testimonio ejemplar de la síntesis cultural y artística que tuvo lugar en Italia entre los siglos VI y VIII entre la tradición romana, la espiritualidad cristiana, las influencias bizantinas y los valores tomados del mundo germánico, preanunciando y fomentando el desarrollo de la cultura y del arte carolingia.

«Si os pido un último esfuerzo es porque sé que justo
allí, en Italia, Ibor y Aio, los hermanos divinos,
querían que nosotros llegásemos. Es allí, al pie de los
Alpes, donde nuestro pueblo encontrará la paz y el
imperio lombardo echará raíces, antes de lanzarse a
otras conquistas.»

La grande marcia, Sabina Colloredo

Los dos siglos de dominio lombardo en Italia representaron un punto de inflexión histórico y cultural que afectó la cultura, las instituciones y el derecho. En su monumental obra Historia de los pueblos Longobardos, Pablo Diácono nos cuenta que en el año 568 el rey Alboino pacta con los sajones la conquista de Italia. Friul es la puerta de entrada a la península desde la que los lombardos se extienden sin obstáculos por toda la llanura. Encuentran un mundo romano profundamente bizantino y acaban construyendo un puente hacia la modernidad. Llevando a cabo un formidable proceso de síntesis cultural, en pocas generaciones, pasan de ser un grupo fragmentado de familias de religión arriana a una sociedad unida bajo el catolicismo. El reino estaba subdividido en dos grandes áreas, separadas por los dominios bizantinos entre Roma y Rávena: al norte la Langobardia Maior, que se extendía desde los Alpes hasta Toscana; en el centro-sur la Langobardia Minor, menos Calabria y Sicilia. El sitio serial de la UNESCO abarca siete lugares entre Friul-Venecia Julia, Lombardía, Umbría, Campania y Apulia: Cividale del Friuli, capital del primer ducado; Brescia, con el complejo monástico de San Salvatore y Santa Giulia y la zona arqueológica del Capitolium; el castrum de Castelseprio, con los frescos de Santa Maria foris Portas y el monasterio de Torba; el Tempietto del Clitunno en Campello (Perugia); la basílica de San Salvatore en Spoleto; la iglesia de Santa Sofia en Benevento; las «criptas lombardas» del santuario de San Michele en Monte Sant’Angelo, en el Gargano.

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«Todos estos edificios [...] son grandes y magníficos, pero de torpísima arquitectura.»

La opinión sobre los lombardos expresada en el Cinquecento por Giorgio Vasari en sus Vidas, y sobre el arte «bárbaro» en general, es despiadada y ha condicionado durante mucho tiempo el juicio sobre estas formas de arte, alejadas de los cánones clásicos y, sin embargo, portadoras de valores nuevos y profundos.
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Cuando los lombardos penetran en Italia en el 568, ocupan inmediatamente la romana Forum Iulii.
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Cividale del Friuli se convierte así en la primera capital longobarda bajo el duque Gisulfo, sobrino del rey Alboino. Las cruces áureas y las joyas expuestas en el Museo Archeologico Nazionale evocan una sociedad guerrera orientada a la creación artística. Esto se confirma en el cercano Museo Cristiano, donde se pueden admirar el Tegurio di Callisto, un precioso edículo octogonal que cubría la pila bautismal, y el Altar del duque Ratchis, cuya exposición multimedia hace revivir las formas y los colores de una obra maestra de la Alta Edad Media que durante demasiado tiempo ha pasado desapercibida. Se cambia de registro ante las seis santas del Tempietto Longobardo, capilla palatina de la corte de Astolfo y Giseltrude: las graciosas figuras de estuco realizadas en altorrelieve en el siglo VIII son un formidable preludio del arte románico que florecería siglos más tarde. Los lombardos llegaron a
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Brescia tan solo un año después de la invasión. Los monumentos protegidos por la UNESCO cuentan la historia de dos ciudades distintas: por un lado, los restos romanos más impresionantes del norte de Italia, el Capitolium y el teatro, los colores aún vivos de los frescos del Santuario Repubblicano y la hipnótica Vittoria alata de bronce; por otro lado, el monasterio benedictino de San Salvatore y Santa Giulia, fundado como centro de poder por Desiderio, el último rey lombardo, y por su esposa Ansa en el año 753. Todo este tesoro arqueológico que abarca épocas y estilos distintos incluye obras maestras como la llamada Croce di Desiderio, de finales del siglo VIII, en la que lucen engarzados 212 lujosos elementos decorativos. Los ambientes alcanzan su cenit en la Basilica di San Salvatore, donde sobreviven elementos escultóricos de extremo refinamiento. Lo que hoy parecen ruinas sin importancia en los bosques del territorio de Varese fueron antaño un poderoso castrum lombardo. En
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Castelseprio sobreviven vestigios de fortificaciones y lugares de culto, entre ellos una de esas obras que evocan enigmas y aún hoy suscitan debate. En la iglesia de Santa Maria foris Portas, como su nombre indica, situada a extramuros, un fresquista anónimo, probablemente procedente de Oriente, pintó con un estilo vivísimo uno de los ciclos más originales del arte altomedieval basado en los Evangelios apócrifos. En el monasterio de Torba, que en su día formaba parte del castrum de Castelseprio, enigmáticas figuras de monjas y santas observan desde los muros de la antigua estructura fortificada.

«Y en tu feliz orilla un Templo, de
diminuta y delicada estructura,
conserva aún, en la suave ladera
de una colina, el recuerdo de ti
[del Clitunno]; por debajo de
él corre tu plácida corriente; a
menudo se escabulle de ella el pez
saltarín de brillantes escamas, que
habita y juega en tus cristalinas
profundidades; mientras tal vez
alguna perdida flor de nenúfar
pasa flotando donde el agua
menos profunda repite aún sus
gorgoteantes narraciones.»

Las peregrinaciones de Childe Harold, George Byron

A pesar de su escasa longitud, el Clitunno es uno de esos lugares que desde siempre han hecho vibrar el corazón de los poetas. Virgilio, Propercio, Plinio el Joven, Carducci y muchos otros cantaron la frescura de sus aguas, en las que se bañaba a los toros antes de los sacrificios. Los antiguos le atribuían propiedades milagrosas y en la zona existían varios santuarios dedicados a divinidades tutelares, entre ellas Júpiter Clitunno. El único santuario que se conserva, que en su día se creyó tardorromano, es en cambio una arquitectura plenamente lombarda de los siglos VII-VIII, como demuestran la cruz tallada y el epígrafe, dedicado en primera instancia al «dios santo de los ángeles».

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«La nación lombarda era muy devota a la idolatría y al culto de los animales salvajes [...] otras veces también adoraban las cabezas de las cabras.»

Las palabras del protomédico beneventano Pietro Piperno, autor en 1640 del tratado Della superstitiosa Noce di Benevento, sitúa la leyenda de las famosas brujas beneventanas en la época del duque lombardo Romualdo. El pueblo pagano, adorador de una víbora de oro, celebraba sus ritos en torno a un nogal que más tarde sería arrancado por san Barbato.
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En Langobardia Minor, dominaban los ducados de Spoleto y Benevento. La
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Basilica di San Salvatore en Spoleto es un lugar de encanto arcano, donde quizá más que en cualquier otro lugar se percibe el pluralismo cultural del que los lombardos se convirtieron en intérpretes. Destacan la reutilización de materiales de época romana, originales o reelaborados, que alcanza aquí niveles muy elevados y la fuerte influencia de la arquitectura oriental de matriz siríaca. Sorprende también el
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Tempietto del Clitunno, que domina el idílico paisaje natural de las fuentes del río Clitunno, tan querido por los poetas. Los arquitectos de este popurrí arquitectónico crearon una estructura tan desorientadora que los historiadores creyeron durante mucho tiempo que se trataba de un templo romano. Tras la caída de la capital del reino de Pavía en el año 774, a manos de los francos de Carlomagno, es Benevento la que asume un papel de prestigio, favorecida por su ventajosa ubicación a lo largo de la Vía Apia y la Vía Trajana. Para la
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Chiesa di Santa Sofia, los arquitectos a sueldo del duque lombardo Arechis II diseñaron, inspirándose en la arquitectura bizantina, una original estructura de planta estrellada que multiplica los puntos de vista y las perspectivas. Restos de refinados frescos absidales dan testimonio de las aportaciones de la pintura medioriental en el poderoso ducado, donde también se introdujeron un canto litúrgico autónomo y una nueva grafía (la «minuscola beneventana»). Desde el siglo VII los lombardos hicieron del
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Santuario di San Michele en el Gargano un lugar sagrado nacional y del arcángel el patrón del pueblo. El motivo de la inscripción en la lista de la UNESCO lo encontramos al final de la ruta turística, en el Museo Lapidario: situadas justo debajo de la gruta de la triple aparición del arcángel, las criptas lombardas albergan los epígrafes de los duques de Benevento, entre ellos el de Romualdo I, que financió la renovación del complejo, y unas 200 inscripciones de personas que llegaron en peregrinación entre los siglos VI y IX, muchas de ellas en lenguas germánicas, lombardas y algunas incluso en rúnico. Si bien no pierde su encanto, el icono de cobre dorado conservado en el Museo Devozionale con la primera representación del arcángel Miguel no parece ser de fabricación lombarda del siglo VI, sino normanda de los siglos XI-XII.

«Entramos. Atravesamos una nave gótica. Nos adentramos. Nos encontramos entonces hundidos en el antro. El lugar es húmedo, y en medio de la oscuridad, poco a poco se revela una estatua de armadura dorada, rodeada por un titilar de luces de velas. ¡Es el Ángel! [...] Me detengo donde la oscuridad es más densa. Estoy en contacto ahora con la naturaleza en estado puro. Caverna: lugar de ganados, y de ángeles por tanto: lugar de apariciones y oráculos. Pero quizá hubo también en este corazón de la tierra un hombre anterior a los terrores, próximo a su origen divino: profético fantasma de sí mismo, de su penosa incivilización.»

El desierto y después, Giuseppe Ungaretti

Formado por una gruta natural y un conjunto de edificios superpuestos, el Santuario di San Michele se presenta con un campanario de planta octogonal del año 1274. Atravesando un patio, nos encontramos ante un magnífico portal de bronce fundido en Constantinopla en el año 1076, en cuyos paneles están grabados episodios bíblicos protagonizados por ángeles. Superado el atrio, se entra en la mística gruta del arcángel, que este indicó al obispo de Siponto como su morada en la primera aparición (fueron tres, a finales del siglo V), cubierta en época angevina por una nave gótica. En el interior, una escultura de mármol del año 1507 representa al arcángel guerrero pisando a Satanás mientras empuña una espada.

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Los sitios italianos Patrimonio de la UNESCO se cuentan a través de las palabras de grandes escritores que han celebrado su historia y belleza

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PARA LOS MÁS JÓVENES

«ESPARCIDAS LAS SUAVES TRENZAS / SOBRE EL AFANOSO PECHO, / BLANDAS LAS PALMAS, Y SUDADA / DE MUERTE EL BLANCO ASPECTO / YACE LA PÍA, CON TRÉMULA / MIRADA BUSCANDO EL CIELO.»
attività per bambini del sito UNESCO nr. 46
De Alessandro Manzoni en la escuela se estudia sobre todo Los novios (I promessi sposi), pero el genial novelista también escribió famosas tragedias, como la dedicada al príncipe lombardo Adelchis, que asiste impotente a la caída de su reino junto a su hermana, de largas trenzas, Ermengarda. En el año 568 llegaron de hecho a la península italiana los lombardos, quizá llamados así porque llevaban largas barbas similares a las de su dios Odín. Son pueblos que viven en los confines orientales de lo que fue el gran Imperio romano. Su rey se llama Alboin y es él quien dirige la gran expedición de hombres, mujeres y niños que llega a Friul a través de los Alpes. El hecho de que sean guerreros bárbaros no significa que no conozcan el arte: lo descubriréis visitando Cividale del Friuli y sus increíbles tesoros UNESCO. Para llegar a la ciudad, una opción es tomar desde la estación de Udine el Cesarino, el tren de los niños, donde los más pequeños podrán hacer nuevas amistades. Cividale, fundada por Julio César con el nombre de Forum Iulii, se convirtió en la primera capital lombarda. El primer duque de la ciudad fue Gisulfo, sobrino del rey Alboino. En el
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Museo Archeologico Nazionale os sorprenderá descubrir que los soldados longobardos eran enterrados junto a sus caballos, acompañados no solo de espadas y armaduras, sino también de objetos preciosos. Los lombardos empezaban a entrenarse para la guerra a una edad temprana, de ahí que se hayan descubierto enterramientos de niños con todo su ajuar funerario, incluidas armas y joyas tradicionales. Observad cómo este pueblo era capaz de trabajar hábilmente los metales para fabricar objetos de gran valor decorativo, como cruces doradas y fíbulas; estas últimas, utilizadas tanto por hombres como por mujeres, eran broches que servían para sujetar la ropa. Dirigíos luego al
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Museo Cristiano y deteneos frente a los rostros un tanto «alienígenas» presentes en el Altar del Duque Ratchis. ¿Es realmente extraña la forma de esculpir de los lombardos, verdad? Gracias a los haces de luces de colores que inciden en las distintas partes del altar, descubriréis que originalmente las planchas de piedra estaban pintadas y enriquecidas con piedras preciosas a fin de que todo pareciese formar parte de una gigantesca obra de orfebrería. La última parada de este recorrido es el
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Tempietto Longobardo. Una vez dentro, levantad la mirada hacia lo alto para observar los seis santos. Las esculturas miden casi 2 m de altura y están hechas de estuco, un material más blando que la piedra. Divertíos encontrando similitudes y diferencias entre ellas: unas llevan una corona en la cabeza, otras la sostienen en la mano, otras empuñan una cruz, pero todas tienen algo en común. ¿Qué? Una pista: es redondo.
sito UNESCO nr. 46 in Italia
RECOMENDACIONES DE LECTURA

Recomendaciones de lectura para conocer la historia de los sitios y las aventuras de los lombardos.

  • Historia de los pueblos Longobardos, Pablo el Diácono (789). El monje fruilés escribió la Historia Langobardorum en la corte de Carlomagno, tras la caída del reino. Esta obra fundamental relata en seis libros la historia del pueblo, desde sus orígenes míticos hasta la muerte del rey Liutprando en el año 744.
  • Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos, Giorgio Vasari (1550). Este libro de historia del arte es una recopilación de biografías de artistas italianos del Renacimiento, pero también un testimonio de la cultura intelectual del Cinquecento.
  • Della superstitiosa Noce di Benevento, Pietro Piperno (1640). En este ensayo, el protomédico vincula la historia de las brujas de Benevento a un nogal consagrado a Odín en torno al cual se reunían los lombardos de Benevento.
  • Las peregrinaciones de Childe Harold, George Gordon Byron (1812- 18). En el Canto IV, Lord Byron describe sus viajes por Italia y reflexiona sobre su propio pasado y sus experiencias, vinculándolas con observaciones sobre la sociedad y la historia.
  • Adelchi, Alessandro Manzoni (1822). Es famoso el coro de la tragedia manzoniana centrada en la figura del príncipe lombardo, que asiste impotente a la caída del reino junto a su hermana Ermengarda, esposa repudiada de Carlomagno refugiada en el monasterio de San Salvatore de Brescia.
  • El desierto y después, Giuseppe Ungaretti (1961). Entre febrero y septiembre de 1934 Ungaretti visita las regiones del sur de Italia por encargo de la Gazzetta del Popolo.
  • Geschichte der Langobarden, Jörg Jarnut (1982). Ofrece una perspectiva diferente del pueblo lombardo, que se aleja de las propuestas por la mayoría de autores italianos.
  • Teodolinda. La longobarda, Alberto Magnani, Yolanda Godoy (1998). Los autores trazan un apasionante perfil de la reina Teodolinda, esposa de Autario y más tarde de Agilulfo, que inició el proceso de conversión de su pueblo e hizo de Monza una espléndida capital.
  • Il Longobardo (2004), La vendetta del Longobardo (2005), L’ultimo longobardo (2006), Marco Salvador. Trilogía de novelas históricas escritas por un apasionado investigador del periodo, a la que ha seguido Il trono d’oro (2013) ambientada en la Langobardia Minor.
  • 568 d.C. I Longobardi. La grande marcia (2011) e Il re solo, Sabina Colloredo. En su primera novela histórica de aventuras la autora narra la larga preparación y la marcha que condujo a los lombardos desde la lejana Panonia hasta tierras italianas. La narración continúa con la segunda novela.
  • I longobardi, Claudio Azzara (2015). Azzara, profesor universitario de Historia medieval, reconstruye en este libro toda la historia de los lombardos, que dejaron huellas evidentes en diversos ámbitos de la península centro-septentrional y, más tarde, en los principados meridionales.
  • Desiderio, Stefano Gasparri (2019). El último rey lombardo, Desiderio, tuvo que ceder su reino a Carlomagno, que lo derrotó en el año 774. El historiador medieval reconstruye sus hazañas recorriendo los lugares de poder: Brescia, Pavía, Benevento y Salerno, antes de su encarcelamiento en un monasterio francés.
  • I Longobardi. Un popolo alle radici della nostra Storia, Elena Percivaldi (2020). La estudiosa esboza una historia actualizada del pueblo lombardo, haciendo especial hincapié en las aportaciones culturales de dicho pueblo en la lengua, en las costumbres, en las instituciones y en el derecho de Italia.

Para los más jóvenes:

  • Bertoldo, Roberto Piumini (2004). La célebre historia de Bertoldo, un campesino bruto pero astuto en la corte del rey Alboino, fue escrita por Giulio Cesare Croce en 1606. En esta versión, los dibujos son de Andrea Rivola y la historia está reescrita por Roberto Piumini para niños de entre cuatro y once años.
  • Prima che il gallo canti (2023). Juego de rol fantasy y graphic novel descargable gratuitamente en la web www.longobardinitalia.it. Los jóvenes lectores conocerán a Adelmo, Folco, Ilderico, Randwulf, así como a Basilisco y a Pipino el Cerdo.
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