CIUDADES DEL BARROCO TARDÍO DEL VAL DI NOTO (SUDESTE DE SICILIA)
PATRIMONIO CULTURAL, SERIAL
Caltagirone, Catania, Militello in Val di Catania, Modica, Noto, Palazzolo Acreide, Ragusa (Ibla) y Scicli: tras el terrible terremoto de 1693, uno de los más desastrosos de la historia siciliana, estas localidades se habían derrumbado como castillos de arena barridos por el viento. Todo permaneció inmóvil durante un largo periodo, hasta que la fiebre de la reconstrucción se extendió por toda la Sicilia oriental. Era principios del Settecento, el gusto barroco reinaba en la isla y los mejores arquitectos de la época reinterpretaron el paisaje local en clave escenográfica: las pendientes del interior se convirtieron en el telón de fondo de grandiosas escalinatas, las curvas de los relieves fueron reproducidas en las fachadas de las iglesias y de los palacios nobiliarios, una profusión de estatuas repobló el territorio que tantas vidas humanas había perdido. Noto renació ex novo en un área diferente, tanto es así que hoy en día es una ciudad de extraordinaria coherencia urbanística y arquitectónica, mientras que otros centros, como Catania, incorporaron algunos vestigios de la antigüedad al trazado barroco.
IMPRESCINDIBLE
«Subiendo la escalera real, entera de mármol, el muchacho contemplaba las paredes decoradas con grandes cuadros [...] con enjambres de ángeles, coronas, guirnaldas y ramas de palma en la bóveda [...] miraba hacia abajo, hacia el claustro rodeado por un pórtico [...] lleno de estatuas, de pilas donde cantaba el agua, de asientos distribuidos entre los parterres simétricos.»
Con la misma mirada incrédula que Consalvo, nos dejamos sobrecoger por la exuberancia barroca del Monastero dei Benedettini, descrito en las líneas de la novela Los Virreyes: estamos en Catania, punto de partida de este itinerario en coche (que os ocupará al menos tres días).
Google Maps
«[...] la ciudad de Scicli se abría ante sus
ojos, con las coronas de los santuarios sobre
las cabezas de los tres grandes valles, con
las rampas de los tejados y las escalinatas a
ambos lados de las alturas, y con una gran
muchedumbre agolpada dentro una polvareda
de sol [...] ‘Es la ciudad más hermosa que jamás
hayamos visto. [...] Quizá sea la más bella de
todas las ciudades del mundo. Y la gente está
contenta en las ciudades que son bellas’.»
Bañada por el sol y luminosa como su arquitectura barroca, Scicli debe aún reconciliarse con un lado oscuro de su pasado: Chiafura. Chiafura es el barrio rupestre de la ciudad, cuyo patrmimonio en la actualidad se intenta tutelar como parque arqueológico. Hasta mediados del siglo XX, sin embargo, sus casas cuevas de origen antiquísimo, excavadas probablemente en época bizantina, seguían habitadas: en estos húmedos antros, distantes de la belleza barroca del cercano centro histórico, los chiafurari vivían en condiciones de extrema pobreza. A partir de la posguerra, el barrio empezó a atraer la atención de políticos y periodistas, hasta convertirse en el centro de una intensa campaña mediática que culminó en mayo de 1959, cuando un grupo de intelectuales, entre ellos Pier Paolo Pasolini, Carlo Levi, Antonietta Macciocchi y Renato Guttuso, visitaron las cuevas para denunciar el deterioro de la zona. Así las describió Pasolini: «Una especie de montaña del purgatorio, con los círculos unos encima de otros, perforados por los agujeros de las puertas de las cavernas sarracenas, donde la gente ha puesto una cama, imágenes sagradas o carteles de películas en las paredes de piedra, y allí vive». Tras años de compromiso político, el barrio fue abandonado y los chiafurari encontraron acomodo en las viviendas sociales de la ciudad.
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Los sitios italianos Patrimonio de la UNESCO se cuentan a través de las palabras de grandes escritores que han celebrado su historia y belleza
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«AL PRINCIPIO SICILIA FUE TIERRA DE CUENTOS DE HADAS. MI PADRE LA DEJÓ A LOS VEINTE AÑOS Y EN CASA O A LOS AMIGOS SOLÍA HABLAR DE ELLA COMO SI ESTUVIESE NARRANDO CUENTOS DE HADAS.»
RECOMENDACIONES DE LECTURA
Recomendaciones de lectura para vivir de primera mano las iglesias, los palacios y las ciudades barrocas.
- Storia di una capinera, Giovanni Verga (1871). La «capinera» es la joven María, obligada a una vida monástica por la que no siente vocación. La novela se desarrolla entre Catania y el Monte Ilice, y en la adaptación cinematográfica de Franco Zeffirelli se reconocen claramente algunas vistas barrocas de la ciudad etnea, en particular la Via Crociferi con su arco.
- Los Virreyes, Federico De Roberto (1894). Novela histórica y saga familiar, este clásico ambientado en los albores de la Unificación de Italia retrata de forma lúcida y poco halagüeña la sociedad siciliana de la época, narrando las venturas de la noble familia catanesa de los Uzeda. Resulta divertida la historia de los orígenes del Monastero dei Benedettini.
- Oboe sommerso, Salvatore Quasimodo (1932). «Pero si vuelvo a tus orillas / y una dulce voz al canto / llama desde un camino temeroso / no sé si infancia o amor, / añoranza de otros cielos me envuelve, / y me escondo en las cosas perdidas». Entre las cosas perdidas a las que se refiere Quasimodo en su poema Isla (Isola), podemos incluir también Modica, su ciudad de origen. Al poeta y premio Nobel le ha sido dedicado un museo en su casa natal.
- Conversazioni in Sicilia (1941) e Le città del mondo (1969), Elio Vittorini. En ambos libros, los pueblos y las ciudades de Sicilia son lugares tanto reales cuanto simbólicos, metas de un viaje físico y metafórico en pos del descubrimiento del espíritu humano.
- L’arte della gioia, Goliarda Sapienza (1965). La vitalidad de la protagonista, Modesta, sobrecoge al lector, conduciéndolo, entre conventos y palacios nobiliarios, al corazón de Catania y de la Sicilia de principios del siglo XX.
- La luce e il lutto, Gesualdo Bufalino (1990). Colección de ensayos publicados en periódicos y revistas que incluye la sección Visite brevi, una especie de itinerario de viaje por Sicilia. Se cuenta la isla con ese conocimiento íntimo que solo un hijo de esta tierra puede tener; así, la narración de los lugares está impregnada de imágenes maternales y recuerdos de infancia, mientras que el barroco siciliano tardío se reviste de «carnalidad».
- La mia casa di Montalbano (2019) Donnafugata (2020), Costanza DiQuattro. En el primer libro, la autora relata sus recuerdos de infancia en la casa de veraneo que hoy forma parte del plató de televisión de la serie inspirada en las novelas de Camilleri. El segundo es una novela histórica epistolar, que traslada al lector al corazón de los palacios barrocos cercanos a Ragusa, para descubrir una época tumultuosa: es la segunda mitad del siglo XIX y en Sicilia se está gestando la Unificación italiana.
- Lo splendore del niente e altre storie, Maria Attanasio (2020). Los relatos, ambientados en su mayoría en la imaginaria Calacte, transposición literaria de Caltagirone, narran historias de mujeres sicilianas que han desafiado las convenciones y las discriminaciones. En la premiada ópera prima Correva l’anno 1698, Federica, viuda en los años posteriores al catastrófico terremoto, se hace pasar por un hombre para encontrar trabajo.
Para los más jóvenes:
- Leggende in Sicilia, Riccardo Francaviglia (2023). Historias de amor y tesoros secretos, aventuras de fábulas y cuentos transmitidos de generación en generación se recogen en este volumen destinado a los jóvenes lectores.
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