LOS PÓRTICOS DE BOLONIA
PATRIMONIO CULTURAL, SERIAL
A la sombra de los pórticos resuenan las risas de los amigos reunidos en torno a la mesa de un bar, como en las películas de Pupi Avati; dos chicos improvisan una polka chinata, el baile tradicional boloñés que ha vuelto a ponerse de moda en los últimos años, y el aroma de los tortellini in brodo reina entre los soportales, recordando a los transeúntes que es la hora de comer. No hay rincón de los pórticos donde no se respire esa alma «hospitalaria» de Bolonia que conquistó incluso a Leopardi: 62 km de columnas, bóvedas y arcadas, repartidos entre el centro de la ciudad y sus alrededores, forman un microcosmos donde la frontera entre lo público y lo privado se disuelve y las puertas del mundo familiar se abren hacia el exterior. Todo tuvo origen a principios de la Alta Edad Media, cuando se empezó a extender el área de los pisos superiores hacia la calle para ampliar la superficie de las casas y, para evitar el derrumbe de los mismos, se erigieron columnas de soporte. Más tarde, en 1288, un bando municipal estipuló que todas las casas debían tener un pórtico privado de uso público, lo bastante alto y ancho para permitir el paso de un hombre a caballo. De madera, de piedra y de cemento, los pórticos han sido siempre el centro de la vida pública, el lugar reservado al paseo, donde la gente «va y viene, se resguarda del sol y del mal tiempo, se entretiene, compra, trata de sus asuntos», como escribió Goethe en su Viaje a Italia. Elemento identitario de la ciudad, los pórticos de Bolonia son un concentrado de emilianità.
IMPRESCINDIBLE
«Oh, cuánto éramos poéticos, pero sin pudor ni miedo / Y los viejos borrachos parecían la literatura / Oh, cuánto éramos todos artistas, pero sin pudor o vergüenza / Acunados entre los pórticos muslos de mamma Bologna.»
Así canta Francesco Guccini en Bolonia. He aquí un itinerario que nos lleva a recorrer con paso lento los pórticos de esta extraordinaria ciudad.
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«Y a veces recuerdo con nostalgia
las solemnes calles porticadas que
parecen escenarios clásicos […].»
de Il Secolo, 10 de junio de 1888, por el Centenario
de la Universidad, Giosuè Carducci
Un desvío de unos diez minutos a pie desde el cuadripórtico de la Basilica di Santa Maria dei Servi conduce a la casa del primer Premio Nobel italiano de literatura, que impartió clases en la Università di Bologna de 1860 a 1904: Giosuè Carducci. Algunas curiosidades: el reloj del comedor está parado a la hora de la muerte del poeta, el premio Nobel se encuentra bien visible, expuesto en un lugar destacado, los 40 000 textos fueron cuidadosamente ordenados por el propio poeta, un fragmento de la túnica de Petrarca se encuentra enmarcado en el estudio. En la casa del poeta también se encuentra el sillón en el que se reclinó Garibaldi, herido en Aspromonte.
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RECOMENDACIONES DE LECTURA
Recomendaciones de lectura para entrar en el corazón de la vida urbana entre los pórticos.
- Ottocento bolognese. Nuovi ricordi di Bologna che scompare, Alfredo Testoni (1933). Anécdotas y memorias escritas por la irónica pluma del «poeta de Bolonia», famoso sobre todo por la comedia Cardenal Lambertini, protagonizada por Gino Cervi en la gran pantalla.
- Le straordinarie avventure di Pentothal (1977) and Tutto Zanardi (1981), Andrea Pazienza. A través del lápiz de Paz, antiguo alumno del DAMS, recorremos las calles, los pórticos y los acontecimientos de la Bolonia de los años setenta y ochenta, en plena efervescencia estudiantil.
- Jack Frusciante ha dejado el grupo, Enrico Brizzi (1994). La apasionante historia de la entrada en la edad adulta de Alex, de diecisiete años, que se aleja del respetable y mojigato mundo de su instituto bajo los pórticos. El libro nos ofrece una visión de la Bolonia de los años noventa.
- Almost Blue, Carlo Lucarelli (1999). Carlo Lucarelli nos lleva tras la pista de un asesino en serie en una Bolonia noir: «Hay sombra bajo los pórticos y, a veces, cuando el sol se va del todo, hay oscuridad».
- La notte del Pratello, Emidio Clementi (2001). Una inmersión en el underground de la Bolonia de los años 90 entre los pórticos de Via del Pratello de la mano del cantante de la banda de rock Massimo Volume.
- Tango e gli altri: romanzo di una raffica, anzi tre, Loriano Macchiavelli, Francesco Guccini (2007). En esta novela escrita a cuatro manos, Bolonia «con sus pórticos bajos y silenciosos, su atmósfera antigua, su penumbra» es el escenario de una historia coral que recorre la resistencia partisana sin ocultar su lado oscuro.
- Gli amici del bar Margherita, Pupi Avati (2009). Genuina y goliarda como la Bolonia de los años 50 en la que viven, la compañía de amigos que se reúne en el bar bajo los pórticos de Via Saragozza ocupan su tiempo entre bromas, ironías y las emociones de una cotidianidad que emerge vívida gracias a la escritura de Pupi Avati.
- A Bologna le bici erano come i cani, Paolo Nori (2010). Los boloñeses nunca se separaban de sus bicicletas: las llevaban bajo el brazo incluso cuando paseaban, como perros con correa. Historias cotidianas recogidas bajo los pórticos, en las mesas de un café o en el rellano de una casa.
Para los más jóvenes:
- La voce del cortile. Di bambini, di ragazzi che crescevano a Bologna, Andrea Bartoli (2023). Esta novela delicada, apta tanto para adultos como para los más jóvenes, da voz a unos adolescentes boloñeses que se reúnen para jugar e imaginar su futuro en los patios de las casas.

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