PALACIO REAL DEL SIGLO XVIII DE CASERTA CON EL PARQUE, EL ACUEDUCTO DE VANVITELLI Y EL CONJUNTO D

Difícilmente tendréis el Palacio Real de Caserta para vosotros solos como Mario, el protagonista de Dove sei stata, de Giusi Marchetta, pero vuestra visita os llevará seguro a entrar en simbiosis con el monumento vanviteliano: un universo resplandeciente capaz de iluminar los ojos de cualquier visitante. Comenzad evocando la historia del palacio, la de un rey tan orgulloso de sí mismo como para desear una residencia que pudiera competir con Versalles. Tras cruzar el umbral os encontraréis en el Scalone d’Onore, donde los músicos tocaban para recibir a la familia real. La decoración del salón es un pequeño manual de simbología: las estatuas de los dos leones representan la fuerza de la razón frente a la de las armas, mientras que las tres esculturas del fondo evocan la majestad real, el mérito y la verdad, las tres virtudes que todo soberano que se precie debe tener. Superados los dos tramos de escaleras se llega al primer piso, donde los ojos comienzan a mirar por doquier. Pasaréis por el Vestibolo Superiore que, al igual que el inferior, es el punto de encuentro de los pasillos de la planta noble. Está rodeado por 24 columnas jónicas y se abre al este a la Cappella Palatina, de planta rectangular y rematada por un ábside semicircular. Justo después, a la izquierda, comienzan los apartamentos. Se empieza por las antecámaras, reservadas a los alabarderos y guardaespaldas, luego hay un espacio dedicado a un gran personaje del pasado: la Sala di Alessandro, llamada ‘del baciamano’ por el cuadro de Mariano Rossi que representa el matrimonio entre Alejandro Magno y Roxana (divertíos intentando encontrar a la pareja en el cuadro). Desde allí, continuando hacia la izquierda se encuentran las Sale delle Quattro Stagioni (la Sala del Ricevimento, el Salotto, la Sala da Pranzo y el Fumoir), cada una de ellas con frescos dedicados a una estación: intentad reconocerlas todas. Siguiendo vuestra visita, entraréis en pequeños estudios y grandes dormitorios ornados con la seda de San Leucio, decorados en estilo neoclásico y repletos de frescos. Al final, girando, se encuentra la Biblioteca Palatina, que alberga dos salas de lectura y tres de consulta, así como miles de textos y varios globos terráqueos. Volviendo atrás, al otro lado de la Sala di Alessandro, se encuentra la Sala del Trono, que es la más grande de todas y dejará boquiabiertos a grandes y pequeños: el techo, las paredes y el suelo impresionan por las maravillosas decoraciones en oro; una belleza atávica, si bien barroca y rica en ornamentación. Antes de pasear por los Giardini Reali, haced una pausa en el café de la Reggia.