ZONA ARQUEOLÓGICA Y BASÍLICA PATRIARCAL DE AQUILEIA
PATRIMONIO CULTURAL
Aquileia nace de una idea planificada en el año 181 a. C., con el asentamiento de 3500 colonos y sus familias. Inhóspita, con casas de madera y edificios públicos inmersos en un terreno que es más agua que otra cosa, Aquileia se convierte en un centro de coordinación militar frecuentado por generales y emperadores cuyo objetivo es cerrar el paso a los bárbaros atraídos por el oro de Roma. Es también el puerto más septentrional del Mediterráneo: importa de Oriente aceite, vino, productos preciosos y vidrio; también ámbar dorado, que se trabaja en la ciudad y parte con destino a otros mercados multiplicando por diez su valor. Aquileia crece: con inversiones privadas, se construyen suntuosos edificios públicos y las casas de madera se transforman en palacios recubiertos de mosaicos. En el siglo II a. C. pasa a ser una de las ciudades más importantes del imperio. Sobrevive a epidemias y asedios, y tras el edicto de Constantino se convierte en la madre de todas las diócesis del Adriático: el obispo Teodosio y la élite local financian un grandioso centro de culto, decorado con un suelo de mosaicos de 700 m2 que narra historias del Antiguo Testamento. Atila casi acaba con ella el 18 de julio de 452, convirtiéndola en el emblema de un imperio agonizante, destinado a llegar a su fin veinte años más tarde. Sobreviven las autoridades eclesiásticas, que sobre los escombros de la basílica reconstruyen un patriarcado que vivirá otros mil años. Pero los ejes del poder ya han abandonado la ciudad –los lombardos hacia el oeste, los bizantinos hacia Rávena–, su puerto cae en el olvido y Aquileia se extingue lentamente.
IMPRESCINDIBLE
«He visto de nuevo los pavimentos de mosaico, los más bellos del mundo, el superior y completo con la pesca milagrosa y todas las especies de peces de las aguas del Adriático, el inferior y subterráneo con los carneros simbólicos que llevan el cayado, la langosta, la lucha entre el gallo-luz y la tortuga-oscuridad. El museo de las excavaciones, hoy muy bien cuidado, con los cuarzos grabados que brillan a contraluz, la soberbia colección de vidrios antiguos que reflejan el sol. Y el paseo arqueológico, en medio de los campos cultivados, sobre un fondo perpetuo de nubes. Este gran centro arqueológico sigue ampliándose y enriqueciéndose.»
En su Viaggio in Italia emprendido en los años cincuenta, Guido Piovene también visita Aquileia, entonces como ahora un museo al aire libre.
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«La cripta de la basílica se abrió de nuevo
ante Máximo [...]. Elena le estrechó la mano.
‘¡Esto es una locura!’, dijo. Temblaba dentro del
vestidito de algodón blanco que le rozaba los
tobillos [...]. ‘¿Tienes frío?’, preguntó Máximo.
‘No es frío’, respondió […]. Se trataba de amor,
amor por el pasado, por la gente que allí había
cantado a su dios, por cada una de las teselas
que manos laboriosas habían colocado unas
junto a otras [...]. Máximo la animó a seguir
adelante: ‘Es toda tuya’.»
La primera basílica de Aquileia fue construida poco después de que el Edicto de Milán (313 d.C.) concediera libertad de culto a los cristianos. El edificio construido y diseñado por Teodoro –de ahí que también se la conozca como «teodoriana»– no puede considerarse una «iglesia», ya que en aquellos primeros siglos de clandestinidad los cristianos no habían desarrollado aún una arquitectura identitaria (más tarde la adoptarían de las basílicas romanas). La basílica teodoriana fue ampliada a mitad del siglo IV: se contruyeron dos iglesias paralelas. El mosaico del pavimento fue cubierto y no sufrió demasiados daños durante los incendios provocados por el ejército de Atila (452); aún hoy, podemos observar las consecuencias de aquel evento en la base de las columnas. A pesar del trauma, la basílica continuó con vida. Fue consagrada de nuevo en 1031, fecha a la que se remontan también los frescos del ábside y del campanario.
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«ME ENCANTARÍA UNA ARMILLA DE GRANOS DE ÁMBAR QUE DESPRENDEN UN LIGERO AROMA CUANDO EL CALOR DEL BRAZO LOS CALIENTA. Y DOS ALFILERES DE MARFIL PARA SUJETAR EL PELO [...], Y TAL VEZ UNA ESTOLA DE BISO O UNO DE ESOS TARROS DE CRISTAL DE COLORES PARA LAS POMADAS QUE SE FABRICAN EN LA CIUDAD.»


RECOMENDACIONES DE LECTURA
Recomendaciones de lectura para conocer la apasionante historia de la ciudad antigua.
- Viaggio in Italia, Guido Piovene (1957). Piovene recorrió durante tres años el Bel Paese para escribir este reportaje único y superdetallado, considerado un clásico de la literatura de viajes italiana. De los Alpes a Sicilia, pasando también por Aquileia, la mirada del autor es una invitación a descubrir las maravillas de Italia.
- Aquileia defensoris urbis, Valerio Massimo Manfredi (2020). En este relato corto, ganador del premio «Regione Friuli-Venezia Giulia - I racconti dei luoghi nel tempo», Manfredi narra la parábola de la ciudad de Aquileia, desde los primeros años de la colonia, puerta de entrada a Oriente, hasta el 452 a. C., cuando fue destruida a manos de Atila, en los años cruciales de la caída del Imperio Romano de Occidente. El relato está ambientado en el año 168 a. C., con la llegada a la ciudad de los emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero; los romanos, soberanos del mundo, se enfrentan a un enemigo tan imbatible como invisible: la peste.
- La figlia della cenere, Ilaria Tuti (2021). Novela de la serie I casi di Teresa Battaglia, que se ha convertido en una serie de la cadena RAI, protagonizada por Elena Sofia Ricci, La figlia della cenere se desarrolla en tres planos temporales que interaccionan entre sí: el presente, que comienza cuando Teresa visita en la cárcel a un asesino en serie que pide hablar con ella; un pasado reciente, 27 años atrás, cuando comenzó el caso judicial que la profiler debe resolver; y un pasado lejano, el siglo IV d. C, época en la que se crearon los mosaicos de Aquileia, llenos de simbolismo y durante milenios ocultos bajo un suelo de mármol.
- Una ciotola di noci, Sergio Faleschini (2021). En la aldea de Poltabia, parte del feudo de la abadía de Moggio y estribación del Patriarcado de Aquileia, que sirve de escenario a los libros de Faleschini, Martino da Fior investiga tres asesinatos ocurridos en un breve lapso de tiempo en el año 1337. La participación en la historia de frailes, mercaderes, herejes, comerciantes, taberneros y leñadores contribuyen a crear un magnífico retrato de la sociedad quattrocentesca del Patriarcado de Aquileia.
- La casa del Graben, Sergio Faleschini (2022). En la aldea de Poltabia, la muerte violenta de una mujer y de un carnicero que practicaba en secreto la usura implica a una joven, acusada también de brujería. Martino da Fior es quien defiende a la mujer, acompañado por una serie de personajes: Peter, Esther y Gemma.
- Un grappolo d’uva, Sergio Faleschini (2023). En marzo de 1338, en la aldea de Poltabia, una joven y su fraile confesor son acusados del asesinato de un hombre. Martino da Fior investiga este y otros asesinatos con el mismo modus operandi, ayudado por personajes secundarios que enriquecen la historia.
Para los más jóvenes:
- Bambini di Aquileia, Anna Maria Breccia Cipolat (1995).Es la historia de la aventura de tres muchachos de Aquileia, en tiempos del emperador Octavio Augusto.

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